El neuro-científico francés Michel Desmurget, director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud galo, acaba de publicar un polémico y revelador libro denominado: “La Fabrica de Cretinos Digitales”[1], en donde afirma que: «Los nativos digitales” son los primeros niños con un coeficiente intelectual más bajo que sus padres», demostrando con datos estadísticos y evidencia académica contundente, que los dispositivos digitales para uso recreativo, están afectando de forma negativa el desarrollo neuronal de niños y jóvenes.
Su investigación coincide con el fenómeno identificado por el periodista Gal Beckerman, quien publicó meses atrás un artículo en el New York Times[2].
¿Se debe restringir el uso de dispositivos electrónicos en menores de edad?
Por: Gabriel E. Levy B. – www.galevy.com
Las tecnologías de información y comunicación han mejorado significativamente muchos aspectos de la vida humana, incluyendo la disolución de barreras que siglos atrás eran indestructibles[3], tal es el caso del acceso a la información, la relación espacio tiempo de las comunicaciones, la automatización de la industria, el surgimiento de nuevas formas de economía[4] y educación, la masificación de la telesalud[5], entre muchos otros factores que podrían definirse como un cúmulo casi infinito de cambios y transformaciones positivas en nuestra forma de vida.
Pero si bien la Transformación Digital es uno de los activos más importantes del siglo XXI, no necesariamente su impacto es positivo en todas las etapas de la vida humana, especialmente cuando se trata de los primeros años de vida, momento en que el cerebro se encuentra en proceso de desarrollo, crecimiento y maduración.
Desde hace tiempo, diversos psicólogos, sociólogos y pedagogos vienen reflexionando respecto del impacto de las TIC en los procesos de formación de los menores.
En un artículo que publicamos meses atrás, encontramos que existe una marcada tendencia entre los más privilegiados de los países desarrollados por racionalizar el uso de la tecnología, restringiendo su acceso para la población infantil[6]:
El periodista Gal Beckerman en una investigación periodística publicada en el New York Times[7], encontró que la tercera parte de las escuelas Waldorf de Estados Unidos están en California, y tres cuartas partes de sus alumnos son hijos de empleados de Google, Yahoo, Apple, eBay y HP, entre otras empresas de tecnología, lo cual teniendo en cuenta que la metodología pedagógica Waldorf, tienen entre sus bases la menor dependencia posible de contenidos preestablecidos y que prefieren usar el mínimo posible de tecnologías digitales en el aula, es paradójico (por decir lo menos), que los hijos de los gigantes tecnológicos estudien bajo un sistema que privilegia el juego, la empatía y la creatividad a la tecnología y las capacidades específicas que tanto les exige el sector a sus empleados de menor rango.
“Los hijos de los altos ejecutivos de las compañías de tecnología escriben con tiza en los tableros, tejen con lana, juegan con bolsas de frijoles y aprenden fracciones cortando manzanas, al tiempo que no se les permite utilizar dispositivos digitales”, Gal Beckerman en New York Times[8]
Los hallazgos del neurocientífico Michel Desmurget
Al someterse a las diferentes generaciones poblacionales a un mismo estándar de prueba de Coeficiente o Cociente Intelectual, diversos investigadores alrededor del mundo, encontraron que dicho coeficiente, aumenta de generación en generación, es decir es mayor el de los hijos que el de los padres y a esto se le llamó el ‘efecto Flynn’, en referencia al psicólogo estadounidense que describió este fenómeno, sin embargo varios análisis han concluido que esta tendencia comenzó a invertirse, es decir los padres de las nuevas generaciones tienen un coeficiente más alto que el de sus hijos.
Si bien no puede perderse de vista que el coeficiente intelectual se ve afectado por factores como el sistema de salud, el sistema escolar, la nutrición, entre otros aspectos, en el caso de los estudios de Michel Desmurget se tomó como muestra países donde los factores socioeconómicos se han mantenido bastante estables durante décadas, no obstante, el ‘efecto Flynn’ ha comenzado a reducirse.[9]
En esos países los «nativos digitales» son los primeros niños que tienen un coeficiente intelectual más bajo que sus padres. Es una tendencia que se ha documentado en Noruega, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, Francia[10]
Si bien Desmurget no descarta factores externos como la contaminación (especialmente la exposición temprana a pesticidas), sus investigaciones encontraron que
“El tiempo que se pasa ante una pantalla por motivos recreativos, retrasa la maduración anatómica y funcional del cerebro» [11]
Al respecto el Neuro-cientifico francés en entrevista con el medio británico BBC, afirmó que:
«Las causas están claramente identificadas: disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares que son fundamentales para el desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional; disminución del tiempo dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas, música, arte, lectura, etc.); interrupción del sueño, que se acorta cuantitativamente y se degrada cualitativamente; sobreestimulación de la atención, lo que provoca trastornos de concentración, aprendizaje e impulsividad; subestimulación intelectual, que impide que el cerebro despliegue todo su potencial; y un estilo de vida sedentario excesivo que, además del desarrollo corporal, influye en la maduración cerebral». Michel Desmurget[12]
De igual forma la investigación de Desmurget, encontró que el tiempo que un menor de edad pasa frente una pantalla, para uso recreativos, retrasa
“la maduración anatómica y funcional del cerebro dentro de diversas redes cognitivas relacionadas con el lenguaje y la atención”. [12]
¿América Latina en la dirección incorrecta?
Las investigaciones de Desmurget y Beckerman propician un importante debate alrededor del mundo acerca de la racionalización del uso de las TIC en edades tempranas, especialmente en América Latina, en donde los planes y esfuerzos de conectividad se limitan a la conectividad y el uso de dispositivos tecnológicos como herramientas para el aprendizaje, los cuales por la falta de capacitación de los tutores, la ausencia de políticas de apropiación y la falta de contextos educativos, terminan siendo dispositivos para uso recreativo, que como demuestran los estudios pueden ser más perjudiciales que beneficiosos.
Al respecto la especialista Mercedes Mateos, líder de la división de educación del Banco Interamericano de Desarrollo BID, asegura que:
“América Latina y el Caribe está invirtiendo cada vez más en equipos tecnológicos y recursos digitales para cerrar la brecha de habilidades en el mercado laboral y la brecha de aprendizaje entre los estudiantes de ingresos altos y bajos. Al contrastar estos esfuerzos con la descripción de cómo aprenden los más privilegiados, vale la pena preguntarse si la tecnología, después de todo, podría potencialmente aumentar la desigualdad en las habilidades y el aprendizaje”.
Mercedes Mateos [13]
En Conclusión, si bien las tecnologías de Información y Comunicación han transformado positivamente muchos aspectos de la vida humana, cuando se trata de los menores de edad que se encuentran en etapa de formación, se debe tener un especial cuidado de limitar su uso y abuso, toda vez que sin querer, podríamos estar creando una nueva generación de humanos, que el científico francés Desmurget ha denominado como: “Cretinos Digitales”.
“En el mundo de la automatización, es una prioridad enseñar a los jóvenes lo que las máquinas no pueden hacer, porque los trabajos que requieren imaginación, creatividad y estrategia son más difíciles de computarizar”. Mercedes Mateos
Foto: Alex haney en unsplash